Una reforma legal impulsada por el gobierno equipara el comunismo y el nazismo, penalizando con hasta cinco años de cárcel la promoción de ideologías consideradas “totalitarias”. Esta última ilegalización del comunismo muestra una clara tendencia en Europa del Este, donde países como Polonia, Lituania, Letonia o Hungría han aprobado prohibiciones similares contra la simbología o la propaganda comunista. Aunque la Unión Europea no contempla por ahora una prohibición a nivel comunitario, el caso checo marca un peligroso precedente.