Samir Slim, el protagonista de esta historia, es del Líbano y lleva varios años en la ciudad, donde regenta el Fenicio y el Gran Fenicio, dos restaurantes especializados en gastronomía de su país; y el Mimassa, de comida italiana. Explica que cuando confirmó que ese grupo era de Israel, no pudo evitar expulsarles: «Salió de mi alma decirles que no pueden estar en mi restaurante. No es antisemitismo, es humanidad contra un genocidio que yo sufro como si estuviera en Gaza. En mi bolsillo no puede entrar dinero pagado por ellos».
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