Como todo país en desarrollo, Cuba enfrenta las desventajas de un orden económico internacional heredero del colonialismo y el neocolonialismo, que perpetúa la condición subalterna en el sistema internacional de los que sufren el subdesarrollo, el intercambio desigual y los límites a la transferencia tecnológica y de capital desde los países desarrollados, en su mayoría antiguas metrópolis coloniales, beneficiarias del régimen de explotación, saqueo y esclavitud que significó ese régimen.